Continuamos nuestro anterior post sobre las rabietas en niños, centrándonos ahora en la mejor forma de calmar y controlar las rabietas infantiles.
Manejo de rabietas infantiles
1) Reducir los factores de riesgo: estas son las medidas más eficaces para eliminar las rabietas.
- Cómo reaccionar ante una rabieta infantil, mejorando las pautas educativas inadecuadas:
- Límites y rabietas: Ser coherentes, “no” es “no”.
- No intentar convencer al niño con un exceso de explicaciones o promesas de premios. El niño debe obedecer esté de acuerdo o no.
- Prestar atención y elogiar las conductas positivas y el comportamiento adecuado.
- Enseñanza directa: se trata de enseñarle cómo queremos que actúe, lo que esperamos de él. Frecuentemente damos por sentado que lo sabe porque nos parece obvio, pero muchas veces los niños no saben cómo deben comportarse en cada situación concreta. La pauta debe ser lo más concreta posible. No vale “pórtate bien” o “sé bueno”, ya que es demasiado abstracto para un niño.
- Dar buen ejemplo de cómo gestionar la frustración. A veces es necesario mejorar la forma de resolver las discrepancias en la pareja, o con otras personas (incluido el mismo niño), cómo reaccionamos cuando pierde nuestro equipo al fútbol, conduciendo, etc.
- Enseñar autoinstrucciones: órdenes y mensajes que nos damos a nosotros mismos para controlar y dirigir nuestra conducta.
- Establecer normas y límites claros: les ayudan en su crecimiento y les dan seguridad.
- Adoptar medidas si se incumplen las normas: si no hay consecuencias, lo niños no recapacitarán como creen algunos padres. Volverán a actuar de la misma manera.
- Que las medidas sean proporcionadas y no dictadas por el enfado del momento. Decidirlas en frío.
- Cumplir las medidas adoptadas. Siempre.
- Ser constantes: las normas no deben depender de la situación o de nuestro estado de humor.
- Acuerdo en la pareja: el niño debe recibir el mismo mensaje de ambos y las discrepancias deben abordarse sin la presencia del niño.
- Mejorar el ambiente familiar:
- Que el niño tenga una rutina diaria lo más normalizada posible.
- Controlar la sensación de estrés de los padres:
- Metas realistas.
- Dividir claramente tiempo de trabajo y tiempo de familia.
- Disponer de tiempo de ocio como necesidad (no es un lujo).
- Priorizar.
- Organizar el tiempo.
- Comenzar la jornada con tiempo suficiente y tranquilidad.
- Ser tolerantes con los propios errores.
- Repartir tareas y responsabilidades.
- Actividad física.
- Que el tiempo dedicado al hijo sea tiempo de calidad: disfrutar, hablar, compartir…
- Manejar las situaciones de rivalidad entre hermanos:
- Evitar la comparación y la competitividad.
- Establecer normas concretas para situaciones conflictivas.
- Elogiar las relaciones adecuadas.
- Enseñar y practicar el compartir.
- Que todos los cuidadores tengan la suficiente autoridad y compartan normas, límites y medidas.
- Mejorar las características personales del niño:
- Enseñarle a tolerar pequeñas frustraciones de la vida cotidiana: perder en un juego, no comprar lo que quiere, que no coma siempre lo que quiere, etc.
- Enseñarle a aplazar la recompensa: no conceder siempre de inmediato sus deseos, enseñarle a esperar y a guardar turnos.
- Estimular el desarrollo del lenguaje.
2) Cómo gestionar las rabietas infantiles.
- Antes:
- Prevenir. Evitar las situaciones en las que aparecen con más frecuencia o aquellas en las que sabemos que no vamos a poder controlarlas (situaciones imposibles).
- Reforzar y elogiar el buen comportamiento.
- Evitar someter al niño a situaciones insoportables para él en las que es más probable que aparezcan rabietas: muchas horas en un centro comercial, viajes largos, etc. Tener previstas estrategias (llevar colores, un juego, etc).
- Cuando la rabieta está a punto de explotar:
- Desviar la atención del niño hacia otro objeto o situación. Cambiamos el foco de atención de lo que podría provocar la rabieta.
- Recordarle una recompensa que le espera en casa.
- Recordarle normas y consecuencias.
- Cuando la rabieta explota:
- No dar explicaciones ni entablar diálogos de ningún tipo.
- No intentar razonar con el niño.
- Apartarse de él y no prestarle ninguna atención.
- Ignorarle completamente.
- Actuar como si no pasara nada.
- Si puede hacerse daño, retirarle de ahí y colocarle en un lugar seguro.
- Apartarnos de él lo más posible.
- No mirarle ni hacer ninguna referencia a él o su conducta.
- Cuando la rabieta termina tampoco debe hacerse ningún comentario al respecto. Acogerle como si no hubiera pasado nada.
- En situaciones en las que no sea posible ignorarle (porque molestan a los demás u otras personas le hacen caso, con lo que obtiene atención) aplicamos el “tiempo fuera”:
- Apartar al niño a un lugar donde no reciba atención ni pueda realizar ninguna actividad ni distraerse, que sea aburrido (un rincón, una silla, otra habitación, etc).
- Allí permanece durante tantos minutos como años tenga.
- Si escapa le cogemos, le volvemos a llevar y añadimos un minuto más.
- Si se escapa de nuevo hacemos lo mismo y penalizamos con otro minuto, pero sólo esta vez más.
- Si es necesario nos quedamos con él el tiempo restante para que no vuelva a escaparse.
- Después de la rabieta:
- Retirada de privilegios: no ver determinados dibujos animados, retirarle un juguete que le gusta mucho, etc, durante un día.
- Le explicamos, en un leguaje acorde a su edad, que ese día no podrá disfrutar de …… (lo que le retiramos) porque ha tenido una rabieta y esa no es la manera adecuada de comportarse. Le decimos que la próxima vez que se sienta mal debe expresarlo de otra manera más adecuada, y sobre todo aceptar lo que papá y mamá decidan. Y que papá y mamá van a seguir ayudándole siempre en todo.
- No entablamos conversación ni negociamos ni cedemos a probables intentos de eliminar la retirada de privilegios. Simplemente le informamos con cariño y buenas palabras, pero con firmeza.
- Es muy importante que la retirada de privilegios se siempre que aparezca una rabieta.
- No castigamos en casa las rabietas que tenga en el cole.
Bibliografía de referencia: Jarque García, J., Rabietas, pataletas y malos modales, 2008, Ed. Gesfomedia.
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