Homenaje a D. Jaime MartĆn Ruiz_
Los rituales constituyen una forma adecuada de señalar los cambios y las etapas de transición y de proporcionarles un contorno, un espacio propio, en la memoria común. El cambio y el dinamismo son ejes fundamentales de la vida, por lo que celebrar los cambios es siempre una celebración de la vida que sigue y continúa, que se resiste a permanecer fija en un solo cuadro. Sin embargo, no cualquier cambio es objeto de un ritual, sino solamente aquellos que, por su importancia, producen vértigo y asombro; esas fronteras que, al cruzarlas, descubren nuevos paisajes y situaciones, otras oportunidades y otros retos.
La jubilación de D. Jaime el pasado mes de junio fue, precisamente, para el Centro Educativo Punta Galea, un cambio en el sentido mĆ”s exhaustivo y agudo de la palabra. Con mĆ”s de tres dĆ©cadas al frente del colegio, su huella e impronta tienen su eco en todo el equipo humano que conforma la institución, en el alumnado, en las familias y, en sĆntesis, en una forma de hacer las cosas que se distingue por una aspiración permanente a la sencillez, la humildad y la delicadeza. Aunque podĆa intuirse su marcha, anticiparse en vista de la edad, su definitiva confirmación nos ha dejado ciertamente perplejos y nostĆ”lgicos.
Tras haber anunciado su retirada a final del curso anterior con absoluta modestia y discreción y rechazando de plano cualquier tributo, por mĆ”s que este le fuera merecido, un grupo de profesores, cohesionado en la idea de contradecir ese deseo de anonimato y firme en la convicción de que algunos ritos son casi un deber Ć©tico, organizó con paciencia, denuedo y una entusiasta dosis de alevosĆa y nocturnidad el homenaje que se le rindió a D. Jaime el pasado viernes 17 de septiembre.
Al mismo, nuestro ya ex director llegó totalmente engaƱado, convencido de que asistĆa, junto a su mujer, MarĆa JosĆ©, a una tranquila y apacible cena de amigos. Lo que se encontró, desde lo alto de la escalinata de uno de los salones del restaurante Gaztelubide, fue a casi doscientas personas que, apenas atisbaron su figura, empezaron a batir palmas en un largo, cĆ”lido e intenso aplauso. AllĆ estaban sus hijos, su nieta y otros allegados, numerosas autoridades acadĆ©micas e institucionales y, cómo no, la gran familia de Punta Galea en todos sus frentes.
Pasado el momento de la sorpresa inicial, el apenas perceptible desconcierto, los abrazos y los saludos, dio comienzo el acto con una serie de discursos que destacaron por su concisión, equilibrio y excelente encaje en el conjunto del evento. Hubo palabras de D. Juan JosĆ© Palacios y D. Rafael GarcĆa, titulares del centro; de las profesoras Maite Bellido y Elena Luna, de la ex alumna Melania MartĆnez y de Ildefonso Gómez, en representación de las familias del colegio.
Javier FĆ”bregas, nuestro nuevo director, tomó tambiĆ©n la palabra en lo que fue uno de los instantes clave de la noche: el testigo y herencia que se recogen y la responsabilidad y el mando que se asumen. Cerró el acto Daniel MartĆn, hijo mayor de D. Jaime, que reveló algunas pinceladas sobre su faceta como padre, muy acordes con la persona trabajadora, concienzuda y amable que hemos conocido en nuestro discurrir profesional. Reyes Palacios, profesora, fue la encargada de poner texto y voz a una tierna y evocadora narración en diapositivas de la vida de nuestro homenajeado, en la que pudimos identificar su mirada āhonesta, presciente y generosaā como uno de sus rasgos inconfundibles, asĆ como su afición por el fĆŗtbol o la querencia por su tierra natal, el pueblo de MirueƱa de los Infanzones, en Ćvila.
Finalmente, el propio D. Jaime, pese a lo inesperado de la velada y la sucesión de momentos emotivos, se situó en el atril y expresó su gratitud con aplomo y elocuencia. Para entonces todos los asistentes habĆan podido brindar ya por Ć©l y el tintineo de las copas habĆa llenado el salón de una melodĆa sucinta y evanescente.
A continuación, se celebró un cóctel en el jardĆn del restaurante, parcialmente aguado por una indecisa lluvia de tormenta, en el que D. Jaime, haciendo muestra una vez mĆ”s de su temperamento eficaz, servicial y confraternizador, tuvo tiempo para todos aquellos que quisieron saludarle y mostrar su cariƱo; incluso hasta el punto de quedarse charlando con un pequeƱo grupo de profesores āIƱaki, AndrĆ©s, Chus, RaĆŗl, Olga y el propio autor de estas lĆneas- en el cĆ©sped mientras los goterones empujaban a todo el mundo a refugiarse en el porche del restaurante.
Fue una noche formidable y conmovedora, mérito de quienes la articularon y patrimonio de quienes la vivimos. Decir adiós nunca es fÔcil: ni para los que se marchan ni para los que se quedan. Pero decir adiós es, después de todo, sentirse querido, pues todo adiós reconoce una carencia y una extrañeza, mediante las cuales el amor, el cariño y la admiración pueden seguir circulando libres, pletóricos, perennes.
JosƩ Luis FernƔndez Canteli
Departamento de Lengua ESO-Bachillerato
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