En el anterior post hablamos sobre la necesidad de actuar en el sentido moral de la mentira, pasando a continuación a desarrollar la parte educativa del trabajo.
Cómo trabajar las mentiras en los niños desde el punto de vista educativo
a) Si se trata de mentiras puntuales aplicaremos una consecuencia por la mentira. Y si la mentira acompaña a un mal comportamiento, las consecuencias a aplicar deben ser dobles: una sobre el mal comportamiento, y medidas adicionales por mentir.
Por ejemplo, si ha mentido para esconder una desobediencia, habrá una consecuencia por la desobediencia y otra por la mentira, y así se lo diremos al niño para que comprenda que son cosas distintas y reprobables ambas.
Las consecuencias deben ser proporcionadas.
El tipo de consecuencia más adecuado para estos casos es la retirada de privilegios (retirar temporalmente objetos o actividades atrayentes para el niño, como juguetes, la paga semanal, el móvil, jugar a la play, al fútbol, ver la TV, salir, etc).
También deberá por supuesto reparar el daño ocasionado.
b) Algunos niños y adolescentes entran en una dinámica de mentiras, normalmente relacionadas con los estudios, los amigos, o el uso del tiempo libre. Si comienzan a ser habituales se deben tomar otro tipo de medidas:
1) Es importante mantenerse informado y contrastar la información que el hijo relata. Es habitual que el hijo se “indigne” por estas “intromisiones” en su esfera personal y reproche a los padres su falta de confianza en él. No hay que ceder. Recordemos que es él el que ha perdido nuestra confianza mintiendo, y que es él el que tendrá que ganarla de nuevo. Como padres es nuestro deber prevenir situaciones de riesgo para nuestros hijos, y si no podemos confiar (por ahora) en nuestro hijo, debemos buscar otras vías.
2) Ser contundente y adoptar medidas del tipo retirada temporal de privilegios por este comportamiento.
3) Esperar a que el niño vuelva a esforzarse por recuperar nuestra confianza, antes de volver a dársela.
4) Quien ha mentido debe reparar siempre los daños ocasionados.
5) No romper la comunicación. Aunque suelen ser momentos tensos, es conveniente mantener la comunicación y el diálogo para tratar los aspectos morales antes tratados.
6) Buscar apoyos. En estas situaciones es clave que la pareja se mantenga unida y que el niño reciba el mismo mensaje de ambos. También es clave buscar el apoyo de otras personas implicadas: tutores, familiares, amigos, etc, para que el hijo se dé cuenta de que la mentira es inaceptable para todos y censurada por todos sin fisuras.
7) Si nada funciona es necesario consultar a un profesional.
Una vez analizadas las pseudomentiras y las mentiras, pierde sentido la afirmación que hacen algunos padres del tipo “mi hijo no me ha mentido nunca”. Por un lado ya sabemos que es una afirmación que muy probablemente no sea cierta. Y por otro lado transmite una absoluta intransigencia hacia la mentira y provoca en el hijo un miedo a decepcionar a los padres. Por lo que tendrá el efecto contrario: el de mentir.
Como padres la mejor actitud es transmitir que la mentira hace mucho daño a uno mismo y a los demás y que si nos pasa hay que buscar ayuda, reparar los daños, esforzarse por recuperar la confianza de los demás y no volver a mentir.
Lucía Olivera García
Orientadora/psicóloga
Col. nº M-31640
Bibliografía:
https://familiaycole.com/2012/01/25/dice-mentiras/
https://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2018/05/22/5afeb4c8ca4741ac318b45d4.html
https://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/conducta/como-ensenar-al-nino-a-no-ser-mentiroso/
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