Diccionario de una Pequeña Gesta_

¡Medalla de Plata para el Colegio Punta Galea!

El pasado mes de marzo, dos grupos de alumnos de 3º de ESO participaron en el VIII Torneo de Debate Escolar de Las Rozas de Madrid, uno de los más veteranos torneos de la región e iniciativa de la Concejalía de Educación. Entre nuestros alumnos se vivieron momentos de tensión, prisas, estudio, repaso y memorización, aunque siempre afrontando con ganas, entusiasmo y curiosidad cada uno de los debates. ¡Enhorabuena por vuestro esfuerzo y trabajo!

Para reflejar lo que ha sido nuestro primer año de competición en el Torneo de Debate de Las Rozas, en el que uno de nuestros equipos logró el segundo puesto, ganó cinco de sus seis debates y obtuvo la mejor puntuación media de la fase de clasificación, hemos elaborado conjuntamente este glosario. ¡Esperamos que sea de vuestro interés!

Adrenalina, por Blanca
Aquel sentimiento que recorría nuestros cuerpos antes, entre y después de cada encuentro. La adrenalina corría en nuestros corazones y simplemente se sentía como si este fuera a explotar. Tras un mes de investigación, era hora de poner en acción todo lo que habíamos trabajado. Tras un montón de estrés y nerviosismo, el presentarse ahí era, sin duda, una sensación espeluznante. Pero, el simple hecho de que dijeran “Ganador, Punta Galea 1” hacía que todos estalláramos de alegría. Esa alegría, esa euforia que sentíamos es, y siempre será, una de las mejores sensaciones que pudimos experimentar. El orgullo que sentíamos, la celebración con los compañeros, el escuchar el nombre de nuestro grupo, los abrazos, las felicitaciones, los cumplidos, cómo se emocionaban nuestros formadores por nosotros… Todo hacía que nuestros niveles de adrenalina subieran más y más.

Aprendizaje, por Ana
Hace poco más de un mes, ninguno de nosotros sabía nada sobre el mundo del debate y mucho menos habíamos hablado en público y con la presión de estar defendiendo a nuestro equipo en un concurso. Sin embargo, quisimos vivir esta experiencia, con el único fin de aprender. Después de las semanas de preparación, búsqueda de información y de los días de competición, todos conseguimos alcanzar nuestro objetivo, independientemente del puesto en el que quedamos. Absolutamente todos hemos aprendido mucho, además de haber empezado a llenar nuestras mochilas de experiencias inolvidables como es esta.

Cooperación, por José Luis
En las sesiones de trabajo, casi siempre en horario extraescolar, quedábamos para sintetizar hallazgos, buscar patrones discursivos y ensayar. Recíprocamente, los alumnos se fueron haciendo unos a otros más altos, más rápidos, más fuertes, como reza el célebre apotegma olímpico. Asimismo, en mi intento de poner en marcha todo su potencial, ellos sacaron lo mejor de mí, y si bien puedo albergar, por modestia y por prudencia epistémica, la duda de haberles hecho mejores, tengo la certeza de que ellos sí me han hecho mejor a mí.

Desarrollo, por Íñigo
Posiblemente, si antes de la experiencia, alguien nos preguntaba “¿por qué?”, nuestra respuesta sería mejorable en muchos ámbitos. Por ello, todos nosotros nos apuntamos al torneo de debate con el fin de aprender nuevos contenidos que un libro de texto de cualquier otra asignatura no te pueden ofrecer, pero que son muy útiles para el futuro, tanto para nuestra vida laboral, como para la social y personal. Habíamos trabajado de manera incansable durante las últimas dos semanas, informándonos sobre el tema escogido, y llegando a los diferentes puntos de vista de algunas figuras de autoridad, o personas que habían sufrido ese fenómeno en sus propias carnes, con el fin de respaldar nuestros argumentos. Todo ello nos proporcionó amplios conocimientos sobre un tema novedoso para nosotros, además de una gran cantidad de vocabulario. No obstante, en cada debate, los jueces resaltaban algún aspecto a mejorar, por ejemplo, la falta de evidencias, la comunicación no verbal, la modulación de los tonos de voz, etc. Por lo tanto, intentábamos trabajar esos aspectos con el fin de obtener unos resultados sobresalientes y mejorar nuestras condiciones como oradores. Por ello, cuando nuestra andadura en la competición llegó a su fin, comprendimos que habíamos experimentado una gran evolución en un reducido periodo de tiempo y, por si fuera poco, siempre llevaríamos esos conocimientos con nosotros, los cuales habíamos aprendido a dominar y usar a nuestro favor.

Emoción, por José Luis
He seguido cada uno de los debates desde la última fila del público. Elegía una silla desde la que pudiera verles bien y ellos pudieran verme a mí, pero sin llegar a acechar su espacio de acción. En cada segundo en que les estuve escuchando a lo largo del torneo mis nervios han vivido en una tanda de penaltis permanente. Con cada palabra, cada pregunta, con cada movimiento, los alumnos me han tenido al borde del abismo. He sufrido mucho cuando lo pasaban mal y me he alegrado inmensamente en sus mejores momentos. Mentalmente les daba indicaciones, y aunque las supiera inútiles, me proporcionaba el consuelo de estar ayudándoles en la soledad del atril.

Épica, por José Luis
El arte de vivir es esencialmente sinónimo del arte de jugar. El juego tiene muchas formas y la victoria, innumerables aspectos. Contender en un debate es una manifestación sublime de una lucha, pero una que, lejos de estrechar el espacio de convivencia, lo ensancha y alarga. Jugamos, soñamos, fuimos héroes y también vencidos. La conquista, pues, resulta innegable.

Esfuerzo, por Candela
El poder competir en este torneo de debate supuso un gran esfuerzo y dedicación por parte nuestra y de nuestro formador José Luis. Como cualquier debate, requiere una preparación ya que, a pesar de que tenemos que improvisar, debemos tener los argumentos bien interiorizados. Además, el buscar los argumentos no ha sido un trabajo fácil pues, sobre el tema del que teníamos que debatir, la cancelación cultural, no había suficiente información. Además eran necesarias evidencias y ejemplos, complicados de encontrar, sobre todo en la postura a favor de la que apenas había información.

Estresante, por Miguel
Estresante era el tiempo que teníamos entre debate y debate, ese tiempo en el que no sabías si te iba a tocar a favor o en contra, ese tiempo en el que no sabías el nivel de tu contrincante. Eran también estresantes los segundos antes de empezar ya que en tu cabeza no sabías si contestar al rival antes o después de desarrollar tus argumentos o incluso te planteabas si responderle. Por todo esto yo definiría esta experiencia como estresante.

Responsabilidad, por Juan
Desde el primer día que me presenté sabía que el torneo de debate iba a ser una gran responsabilidad y que el trabajo de cada uno era lo más importante para cada equipo. La preparación para el torneo de debate coincidió con los exámenes de evaluación y teníamos que ser responsables para llevar todo al día y no quedarnos atrás. Por esta razón diría que el torneo fue una gran responsabilidad para todos nosotros.

Superación, por Mabel
Otro de los rasgos que caracterizaron nuestra experiencia en el torneo fue nuestro afán de superación.

Al ser nuestra primera vez en el mundo de la oratoria, éramos conscientes de que tendríamos muchos aspectos que mejorar. Por ello, siempre que terminábamos un debate, (independientemente de si habíamos ganado o no) repasábamos nuestros fallos para mejorar en el siguiente: más evidencias, más argumentación, más convicción en la voz…Todo ello quedaba apuntado en un cuaderno para así practicarlo y perfeccionarlo en casa.

La cooperación también estuvo relacionada con este ámbito, pues todos nos ayudábamos los unos a los otros para fortalecer nuestros puntos débiles y progresar como grupo. Sin embargo, esa voluntad, esas ganas de mejorar surgió gracias al esfuerzo personal y a la ambición de cada uno de los integrantes. Sin ese afán de superación, nunca habríamos llegado tan lejos, ni habría existido desarrollo ni evolución alguna.

Tarta, por José Luis
Dos semanas después de haber acudido a la formación de alumnos, y tras una agotadora ronda de exámenes de evaluación, el tiempo apremiaba y el margen de trabajo hasta los primeros debates del torneo apenas constaba de quince días. La tarea que era preciso acometer desbordaba, a priori, los límites de lo posible. Había que investigar en profundidad sobre un tema desconocido. Había que sistematizar ese aprendizaje en una estructura argumental. Y había que interiorizar y pulir la puesta en escena de la misma. Por ello, propuse: si me quedo satisfecho con vuestro trabajo en el torneo, os traeré una tarta para celebrarlo. El júbilo fue inmediato. Y aunque, pasado el torneo, soy consciente de que la tarta en sí no era más que una suerte de truco narrativo, no dejo de ver en ella un símbolo, una llave de paso hacia el terreno desconocido en el que nos adentrábamos.

Vértigo, por Marta
Cuando llegamos el primer día a la Concejalía de Cultura nuestros nervios estaban a flor de piel. Algunos de nosotros lo expresábamos abiertamente, mientras que otros lo hacíamos sintiéndolo todo en nuestro interior. Era bastante complicado esperar a la hora de entrar en la sala y comenzar el debate sin que en ese tiempo hubiera un continuo nerviosismo.

Aunque, y lo puedo confirmar con mis compañeros, cuando peor se sentía uno era en el momento de salir al atril frente al público que te estuviera observando y empezar a hablar como si no pasara nada. Se sentía un extraño revuelto de estómago y vértigo.

Pero sí es cierto que todas esas sensaciones se disiparon mientras íbamos superando cada debate, hasta que, en el último, la sensación fue nula ya que estábamos acostumbrados a ello.

Imágenes del VIII Torneo de Debate Escolar de Las Rozas

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